De memes, marcas y criptomonedas

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El 2021 presentó una peculiaridad en el mundo cripto difícil de predecir. En una industria en la que las constantes son la innovación y la disrupción, y en la que cada día aparecen nuevas soluciones tecnológicas, fue bastante inesperado el retorno de la criptomoneda-meme Dogecoin.

Derivado de las polémicas declaraciones hechas por Elon Musk en Twitter a lo largo del primer semestre del año pasado y de la base de usuarios fieles que seguían usando esta divisa digital en ciertos círculos tecnológicos, Dogecoin alcanzó un valor agregado de $80 billones de dólares en mayo del año pasado[1]. Aunque al cierre del año pasado esta criptomoneda tuvo un ajuste que hizo disminuir su valor total hacia los $30 millones de dólares, cabe la posibilidad de otro repunte derivado de las últimas declaraciones del director general de Tesla en el sentido de que aceptarían dicho activo como medio de pago para la mercancía de sus icónicos coches[2].

En adición a los muchos ángulos bajo los cuales se puede estudiar este fenómeno socio-comercial del mundo cripto, este acontecimiento saca a relucir nuevamente una constante de la vida empresarial: donde hay dinero, hay litigios de marca.

A pesar de que Dogecoin es una criptomoneda creada en 2013, a manera de broma y como una bifurcación del Litecoin, ni sus creadores ni la Dogecoin Foundation habían solicitado el registro de la marca en Estados Unidos hasta agosto del año pasado. Sin embargo, una compañía llamada Moon Rabbit AngoZaibatsu LLC solicitó el registro del nombre en mayo de 2021, tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea, lo cual ha desencadenado una disputa entre estas dos agrupaciones sobre quien tiene el legítimo derecho de uso de la palabra “dogecoin”, en un contexto de marca de servicios[3]. Mientras que la Dogecoin Foundation asevera que la compañía que solicitó el registro de marca solo busca beneficiarse del prestigio, fama y base de usuarios de dogecoin, la sociedad, por su parte, alega haber lanzado un proyecto nuevo, mejorando el código abierto usado en dogecoin originalmente, y acusando a la Dogecoin Foundation por intentar reclamar derechos en un emprendimiento que habían abandonado hacía algunos años.

Naturalmente, estos dos colectivos no son los únicos que han solicitado derechos de exclusividad sobre el nombre de “dogecoin”, pues existen solicitudes y registros de marca presentados en más de 10 países. Curiosamente, México se encuentra dentro de esta lista, con una solicitud presentada el 8 de junio pasado para proteger la marca “DOGECOIN” en servicios financieros, bancarios, monetarios, de seguros y de negocios inmobiliarios[4].

Pero más allá de las particularidades de la disputa por “DOGECOIN” en Estados Unidos, o de la pretensión que subyace a la solicitud de dicha marca en nuestro país, llama la atención la ironía que se presenta a nivel general en el mundo cripto: se busca la obtención de derechos de exclusividad sobre una palabra concebida y destinada a una moneda digital, con pretensiones de descentralización y de uso libre. Esto nos pone de relieve que, a pesar del enorme entusiasmo por construir mundos digitales descentralizados montados sobre cadenas de bloques, los derechos de propiedad intelectual seguirán jugando un papel fundamental en el desarrollo y construcción de las nuevas tecnologías.

 

[1] https://www.wsj.com/articles/dogecoin-copycats-trademark-fight-erupts-over-joke-crypto-worth-billions-11631638106

[2] https://twitter.com/elonmusk/status/1481873421390680065?s=20

[3] https://www.wsj.com/articles/dogecoin-copycats-trademark-fight-erupts-over-joke-crypto-worth-billions-11631638106

[4] Solicitud con número de expediente 2557552.